domingo, 1 de febrero de 2015

Vertedero de emociones

Aún recuerdo las primeras miradas, las primeras palabras, las primeras intenciones que hacían poco a poco desvanecer tu orgullo y tu ego para estar realmente conmigo. Recuerdo como si hubiera sido ayer, el primer día que sin saber llegaste a mi casa listo, puntual y atento.
¿Por qué se fue desvaneciendo? Tal vez las palabras vertiginiosas de mi madre siempre tuvieron razón al decir que te daba todo en bandeja de plata. Para quedarme esperando lo mismo de tí... esperando y así tu me decías que en el amor no se debía de esperar nada, pero entonces ¿por qué comencé a sentirme tan vacía?

9 meses los más espléndidos, te sorprendí, me sorprendiste y nunca más apareció esa magia de esperar lo inesperado, detalles esperados que al final se convirtieron en necesarios; otro mes más, otro cumpleaños más... y nada más. ¿nada más?

Debí de haberlo previsto, desde que cumplimos un año... uno no debería llorar ese día, pero ahí estaba, esperándote y siendo víctima sin quererlo de tu soberbia mal planeada, una sorpresa a base de mentiras que doblaron mi corazón para no volverse a enderezar... y sabías y sabías me conocías desde hace tanto tiempo, lo susceptible que soy cada vez que me quedo esperándote diciéndome en cada minuto de más, que ya no te importaba. Y así disimulando tu salida de la noche anterior, tu soberbia reaccionó para hacerte una mala jugada.

Creo que ahí empezó el devenir de todo, en conjunción con nuestra costumbre de hacer de nuestro respeto un juego y de tus pocas ganas de salir adelante, todo eso batido en el mar de mi crisis existencial de la que tu eras parte hizo un mar de incertidumbres y meses grises de los que no pudimos salir.

¿Por qué tanto miedo tenías al querer compartir tus sueños de vida? Ojalá me hubieras dicho en aquel tiempo "Espera amor, te quiero, eres la mujer de mi vida y por tí lucharé, seré grande y volaré para poder compartir mi vida contigo"
En vez te enfrascaste en tus mismos miedos y mimos apegados al cobijo de los años maravillosos de la infancia. Se bloqueaba tu cabeza de ego y orgullo para no querer ver más allá de tus limitantes que tu solo te ponías. Además nos dejamos bombardear por la propaganda amarillista que nuestras madres se encargaban en cantar.
                                 BASTA.